2012-02-23

"San Juan Bosko" lehiaketako lanak DBH: Narración

1. Saria: 'UNA TARDE DE OTOÑO' – NAGORE BERGARA – 1 B

Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Cayó. No se hizo demasiado daño puesto que su mano amortiguó su caída, pero la presencia de él ahí la hizo sonrojarse, sentir vergüenza. “¡Menudo ridículo! Tenía que estar él ahí ...” pensó de repente Sarah.
Se sonrojó. No quería que la viese de aquella ridícula manera, tirada en el suelo, con cara de dolorida ... Pero ella, cuando le miró a los ojos, sonrió. Le sonrió con la sonrisa más cálida que ella le pudo ofrecer. Bingen la miró a los ojos, y Sarah comenzó a volar. Se adentró en sus profundos ojos verdes, como las praderas, e imaginó un mundo en donde sólo ellos vivían, en donde la felicidad era diaria. Pero sus pensamientos se disolvieron en cuanto Bingen, sonriéndose de oreja a oreja, le ofreció su mano para levantarse del frío suelo de mármol del instituto, en aquella fría mañana de otoño.

Ella le cogió la mano, lentamente, y sintió sus cálidos dedos entrelazarse con los suyos. Fueron pocos segundos, pero fueron unos pocos segundos de pura felicidad y emoción. Sentimientos que no se pueden expresar con palabras.

Al levantarse recogió sus libros cuidadosamente, y, tras darle las gracias, muy entrecortadamente, se fue corriendo hacia su próxima clase. No podía creérselo ... ¡La había tocado! Eso no era un sueño ... Era la pura realidad. No era otro de sus viajes al mundo de la imaginación, había sucedido ... Y eso maravillaba a Sarah. Su cara estaba radiante de felicidad. Era la chica más feliz del mundo.

La siguiente clase se le pasó rápido. Parecía que el tiempo quería que la hora del recreo llegase, porque para los alumnos de último curso, como Sarah, ése era su momento de gloria, en el que se liberaban de toda la tensión que acumulaban cada día. Sarah, acompañada de su amiga Haizea, salió hacia el recreo, hacia la sombra del cerezo que estaba plantado en una de las esquinas. Las hojas estaban cayéndose, poco a poco, con paciencia.

Sentarse a su sombra era tranquilizante, para hablar, o para, simplemente, quedarse quieto.

Haizea y ella hablaron durante mucho tiempo, porque nunca se aburrían de hacerlo.

Pero de repente, “él” apareció. Apareció con su amigo Xabi, caminando tranquilamente hacia el cerezo en el que ellas estaban. A Sarah el corazón le comenzó a latir a cien por hora. ¿Y si le recordaba su tropezón de la mañana? ¿Y si le decía algo grosero? ¿Y si venían a reírse de ellas? Todas esas preguntas y más empezaron a brotarle en su cabeza.

Pero en el fondo, ella sabía que eso no era posible, que él no era así, que no le haría nada malo.

Y cuando estuvieron a escasos metros de ellas, comenzaron a hablarles, con un tono amable:

-¡Hola!- exclamó Bingen- Antes te has caído. ¿Estás bien?

Sarah se quedó de piedra. No pensaba que “él” se preocupase tanto por ella. Así que le contestó con su mejor tono;

-Bien ... no ha sido para tanto ... sólo ha sido un pequeño golpe, nada más- dijo entrecortadamente- Gracias por preocuparte- añadió.

-Bueno ...¿Tenéis plan para esta tarde? Xabi y yo teníamos pensado ir al cine, ¿Os apuntáis?

Ellas asintieron. Les hacía mucha ilusión porque eran los chicos más guapos de todo el curso, e ir con ellos al cine les haría llorar de felicidad.

Así que a las siete quedaron en frente de la puerta. Iban a ver Titanic, así que Sarah esperaba no dormirse.

...

Tras tres largas horas de película, Sarah, Haizea, Xabi y Bingen salieron del cine, aburridos. Haizea y Xabi fueron a beber un vaso de agua a uno de los bares de al lado, y Bingen y Sarah se quedaron solos.

Ella estaba muy nerviosa ... Muchas preguntas se le pasaban por la cabeza en aquel momento ...

Pero Bingen interrumpió sus pensamientos.

De repente, se lanzó a sus brazos, y sus labios se encontraron, los dos húmedos, los dos cálidos ... El tiempo no existía en aquel instante, y Sarah se sentía la chica más feliz del mundo. Podrían estar así toda su vida, toda su existencia, hasta que su enemigo, el tiempo, los interrumpiese.

Y ésa es la historia de Sarah, o en este caso, mía. No sé cuánto tiempo ha pasado desde nuestro primer beso, aunque sé que esa tarde de otoño no se me olvidará jamás, y el 'siempre' que nos juramos será para siempre.
  1. Saria: 'QUIÉREME' – AMAIA PALACIOS – 4 B

Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Se sentía ridícula pero al alzar la mirada el joven le esbozó una sonrisa que le transmitía tranquilidad. Fue entonces cuando sus miradas se cruzaron y sintieron algo especial.

Estuvieron varios días sin volver a verse, aunque vivían en la misma ciudad, no se conocían de nada. Ella pensaba continuamente en él, había algo en sus ojos que le despertaba curiosidad, nunca antes había sentido algo así. Marieta era una tímida joven que, por desgracia, había tenido que afrontar la muerte de sus padres a los 16 años. Estaba falta de amor, carecía de alguien que le protegiera cuando hacia frío, alguien que las noches le susurrara un “te quiero”, en definitiva, necesitaba sentirse querida.

Un día iba caminando por la avenida cuando le pareció oír a alguien:

    • E, perdona.
    • ¿Me dices a mí?- dijo Marieta conteniendo su emoción al comprobar que era él.
    • Sí. Te pido perdón por adelantado porque lo que te quiero decir a continuación puede sonar un poco atrevido.

Marieta tenía el corazón a mil por hora, no podía creer que alguien como él se dirigiera a ella.

    • No te preocupes, dime- respondió ella con el corazón en la boda.
    • Mira, estos días …
    • Sí.
    • He estado pensando en el día en que cruzamos las miradas y …
    • ¿Sí?- respondió Marieta pletórica.
    • Mira, no me voy a andar con rodeos ... sentí algo especial. ¿Te gustaría conocerme? Sé que tal vez estés pensando en que es una locura, y entendería tu rechazo.

Marieta se abalanzó sobre él y, sorprendida por su propio impulso, lo besó en los labios.

    • Supongo que esto es un sí- dijo él.

Marieta asintió ruborizada.

No sé vosotros, pero hay veces en las que una mirada basta para expresar todo lo que sientes por dentro.

“Justo cuando tropezó, él apareció a su lado”, así comenzó todo.
  1. Saria: 'UNA CAIDA DESAFORTUNADA' – VERONICA MORENO – 4 A


Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Lo único que deseó en ese momento fue que nadie se hubiera dado cuenta de la mala pata que tenía, aunque fuera algo realmente imposible. En ese mismo instante sintió aquella fría mano tocando su hombro y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Cuando levantó la mirada, pude ver sus grandes y oscuros ojos, tan negros como la noche, pero brillantes como estrellas. Por una milésima de segundo le pareció que el resto del mundo se había desvanecido y que lo único existente era una fina cuerda que unía todo su cuerpo a aquel hombre.

El recién llegado comenzó a preocuparse por la chica que acababa de caerse de espaldas justo delante de él. Aquella hermosa chica no reaccionaba a sus palabras desde hacía un buen rato. De repente, ella volvió en sí, se levantó de un salto, y con las mejillas de un color rojizo, recogió sus carpetas y se largó corriendo de allí.

Mientras iba hacia su apartamento, la tímida Laura iba intentando asimilar lo que acababa de ocurrir. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Se había quedado atontada en medio de toda la plaza, sentada en el suelo después de aquella caída, y delante de él. ¿Pero quién era él? No podía quitarse su mirada de la cabeza, aquellos ojos ... Era como un ángel en medio de la nada. Ese chico de mirada tan perfecta se había acercado hasta ella para ayudarle, y mientras él intentaba hacerla reaccionar, ella se volvía completamente inmóvil. Además, por si no hubiera tenido suficiente, lo único que supo hacer fue levantarse e irse corriendo como un fantasma. Definitivamente, deseaba que la tierra la tragase de una vez.
    • 'LA FIESTA DE CATALINA' – GUILLERMO HIJANO – 1 A


Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

    • ¿Catalina, estás bien?- le preguntó Juan.

Catalina se puso colorada y no pudo responderle a Juan.

El chico le extendió la mano y le ayudó a levantarse con una sonrisa.

Catalina, aún más avergonzada, le dijo “Gracias”.

Había hecho el ridículo en mitad de la fiesta, y como excusa para irse dijo que tenía que ir al baño. Se cerró con pestillo y sintió pena y alegría a la vez.

Catalina pensó que estarían riéndose de ella.

Cuando se terminó la fiesta, Catalina aún no había salido del baño.

Juan, preocupado, se fue a buscarla, llegó al baño y tocó la puerta y dijo:

    • ¿Catalina estás ahí?-
    • Catalina le respondió – Sí, Juan, estoy aquí, pero se ha atascado la puerta. ¿Puedes empujar, por favor?-

Juan empujó la puerta y de repente Catalina cayó en sus brazos.

Juan en ese momento se enamoró de ella. Los dos se miraron fijamente a los ojos y de pronto la besó.

Al día siguiente quedaron y Juan le llevó a un restaurante a cenar.

Y así pasaron los días hasta que Juan le pidió matrimonio a Catalina.
Después de 2 años de casarse, tuvieron 2 hijos, una niña y un niño y vivieron felices y comieron perdices.
    • 'UN PRIMER BESO' – MIKEL GARCIA-ABAD – 1 C

Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Él le dio la mano y le ayudó a levantarse. Estaba haciendo el ridículo delante del chico que más le gustaba del colegio. Él le dijo:

    • ¿Te has hecho daño?
    • No – le dijo tímidamente. No podía creérselo. ¡Le había hablado el chico más mono para ella!

Al día siguiente quedaron para salir a la calle. Los chicos y las chicas, todos juntos. Jon, el chico que le gustaba a Saioa, se fue a hablar con Nagore. Todos sabían que a Nagore le gustaba Jon y a Jon Nagore. Así que fueron todos los demás a ver qué hacían. Se lo esperaban. Se liaron los dos solos. Saioa se encogió y se fue a casa. Nagore les dijo que había sido el mejor día de su vida.

Saioa y Jon eran muy amigos, pero Saioa ya no hablaba nada. Jon le preguntó qué le pasaba y le dijo que le gustaba. Fue melodramático. Jon no se lo esperaba. Estuvieron callados durante toda la clase.

A la semana siguiente, Saioa no hacía nada. Llegó el sábado. Saioa no tenía ganas de salir porque sabía que Jon y Nagore se iban a volver a liar. Todos sabían que Jon y Nagore no eran novios, pero Saioa no. Cuando estuvieron solos, Jon se quedó mirando. Saioa también lo miro y se fueron acercando poco a poco. Jon cerró los ojos y giró su cabeza a la derecha. Saioa hizo lo mismo y al final los labios de Jon tocaron los de Saioa. Era un beso. El primer beso de Saioa.

La siguiente semana Saioa y Jon se echaban miradas en clase. Los sábados se solían liar. Pero solos. Nadie supo su secreto hasta que Nagore sospecho algo y los siguió. Pero esa es otra historia, que es para contarse en otro momento.
    • 'LA TRISTE HISTORIA' – ANE MUNIN – 2 A

Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Le ayudó a levantarse mientras que él la miraba con un punto de confianza dem la que ella se dio cuenta. Estaba enamorado de ella y ella lo sabía. La invitó a tomar una copa teniendo en cuenta que los dos tenían dieciocho años. Fueron al bar más cercano que había en la plaza. Hablaron un buen rato sobre ellos y se intercambiaron miradas, besos, ... Se expresaron lo que sentían y empezaron a salir y duraron muchísimo tiempo, pero cuando él se sacó el carnet de conducir, tuvo un grave accidente que le afectó mucho en su vida amorosa. Ella ya no confiaba en él porque le había mentido muchas veces. Mientras que él estaba en el hospital, ella estaba con otro chico y él no sabía nada. El chico murió de un ataque al corazón y cuando la chica se dio cuenta se suicidó tirándose de su balcón. Todo el mundo se enteró de la mala noticia y se hizo un reportaje sobre la historia de los dos.

Mucha gente perdió la vida por esa razón.

Muchos años después esa historia era un pasado triste, pero era pasado. Nadie se acordaba de esa triste historia. Pero había un viejo señor que aún recordaba la triste historia. Era un hombre sabio y sabía lo que hacía y lo que decía así que esa noticia se conoció otra vez en todo el mundo y mucha gente murió, se burló y se suicidó. Del reportaje se sacó un libro. Mi libro. El final fue muy triste, pero son así algunas historias de amor. Y hay que aceptarlo.
    • 'LA HISTORIA DE UN AMOR' – IRENE LEAL – 2 B

Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Y al verlo desde mi terraza no dudé en ayudarle. Bajé corriendo y me dirigí a él:

    • ¿Estás bien? - le pregunté preocupada.
    • Sí, gracias, pero creo que debería ir al médico para verificarlo.

Lo acompañé hasta el ambulatorio, y al volver hacia mi casa él me llamó:

    • ¡Maite!
    • ¿Sí?
    • ¿Podrías darme tu número para quedar algún día?- se sonrojó.
    • Claro, y así tendré noticias de tu pequeño accidente.

Se intercambiaron los números de teléfono y esa misma tarde él me llamó. Quedamos al día siguiente para dar una vuelta. Nos lo pasamos genial y volvimos a quedar.

Tras muchos días quedando, decidimos empezar una relación sentimental. Éramos muy felices hasta que un día un amigo mutuo le dijo que me había visto con otro chico. Él se enfadó y me llamó, pero el móvil estaba en mi casa y no lo cogí.

Al día siguiente quedamos y le expliqué lo sucedido:

    • ¿Qué hacías ayer con ese chico?- me dijo muy enfadado.
    • ¿De qué chico hablas?
    • De ese rubio bajito con el que Ion te vio ayer. Y por cierto, ¿Por qué no me respondiste a las llamadas?
    • ¿Hablas de mi primo, Iñigo, el que vino desde Salamanca para hacerme una visita sorpresa?
    • Perdón, no lo sabía. ¿Y lo de las llamadas?
    • Tenía el móvil sin batería y lo dejé en casa cargándose. No sé cómo pudiste dudar de mi cuando tu cuadrilla está formada en su mayoría por chicas.
    • Perdóname, por favor. No sabía a quién creer, porque Ion es mi amigo desde siempre y nunca me ha mentido.
    • Bueno, pues tú decides, tu amigo Ion o yo.

Se calló durante un momento para reflexionar, y para mi asombro dijo:

    • Te elijo a ti, Maite. Te quiero.

Los dos nos fundimos en un abrazo y más tarde me dijo:

    • ¿Quieres casarte conmigo?
    • Claro que sí, mi amor.

Eso pasó hace cincuenta años, y al día de hoy somos muy felices y tenemos cinco hijos, diez nietos y un biznieto.
    • 'LEJOS, MUY LEJOS' – JESSICA PLASENCIA – 3 A

Justo cuando tropezó, él apareció a su lado.

Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspiés y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. (Donde esté mi corazón – Jordi Sierra y Fabra)

Tan inesperado como aquel tropiezo fue para él encontrarse a una chica tan guapa a su lado, ayudándolo a levantarse. Creo que para él fue un flechazo, un amor a primera vista.

Ha pasado ya tiempo desde aquel día, unos cuantos años, mi vida ha cambiado. Nuestras hijas han crecido y es tu día, el día de recordar a la mujer más maravillosa que he conocido. La mejor manera de hacerlo es escribir sobre ti, no por miedo a un día olvidarte, sino porque tu afición era escribir.

Cariño, te hecho de menos, pero hoy no es el momento de lamentarme. Quiero contarte que nuestras dos niñas son muy buenas en la escuela, como tú bien sabes, la pequeña es una deportista nata y la mayor, una cerebrito en las matemáticas. Ya no trabajo en el mismo banco, después de tu ida decidí que lo mejor para las niñas y para mí sería que tuviera un trabajo más compatible con sus horarios.

¿Recuerdas el día en que nos perdimos en el monte?. El frío que tenías aquella noche no podré olvidarlo. Tus mejillas rojas y tu pequeña nariz congelada. Aún tengo grabada en mi memoria tu cara de enfado. En ese momento te pedí que te casaras conmigo y tú aceptaste. Aceptaste unirte a mí, a mi forma de ser y yo a la tuya. No te gusta que llore, pero no puedo evitarlo, los sentimientos son libres, salen en el momento menos inesperado o eso me decías tú cuando llorabas.

No querías abandonarnos, pero no tenías elección. Te resignaste e hiciste de nuestros últimos días juntos el final de nuestra historia o, más bien, el final del último capítulo de nuestro cuento.

Empezaste a narrar nuestro cuento un día después de conocernos y hoy me alegro de ello. Soy yo quien debo escribir el final, el final perfecto que tanto querías, esperabas y deseabas.

Esto no es lo que muchos pueden pensar al leerlo, hoy es tu día, pero no es el día en que te fuiste sino en el que llegaste a mi vida. No es una fecha, no es un día del año, ni un año en concreto; es algo inesperado y nada ridículo. Eres mi historia, mi vida trozo por trozo y aunque lejos, muy lejos de mí estés, más cerca no puedo sentirte.

iruzkinik ez:

Argitaratu iruzkina